6.26.2012

Me duermo, te sueño

Te tengo, te pierdo, te agarro, te suelto, te vas y te espero, te busco, te encuentro, te acercas, me alejo, te escucho, te cuento, te compro, te vendo, te odio, te quiero, te dejas, me dejo, me besas, te muerdo, te lamo, te huelo, qué bueno, qué bueno, te pido, te ofrezco, te amo, te miento, te abrazo, te aprieto, me duermo, te sueño, qué bueno, qué bueno.

Jarabe de Palo. Jorge.

1.09.2012

Alza tus brazos


Alza tus brazos,
ellos encierran a la noche,
desátala sobre mi sed,
tambor, tambor, mi fuego.

Que la noche nos cubra con una campana,
que suene suavemente a cada golpe del amor.



Entiérrame la sombra, lávame con ceniza,
cávame del dolor, límpiame el aire:
yo quiero amarte libre.



Tú destruyes el mundo para que esto suceda
tu comienzas el mundo para que esto suceda.



Juan Gelman




1.05.2012

Dicotomía incruenta


¿Si intentara una nube...
una pequeña nube,
modesta,
cotidiana,
transportable,
privada?

Quizás con el recuerdo,
el cansancio,
la pipa,
después de algunas
noches
y de mucha paciencia.

¡Qué alivio el de sentirla debajo del
sombrero,
o saber que nos sigue
como si fuera un
perro

Nubífero Anhelo, Oliverio lindo, 1942

10.30.2011

El mundo

Un hombre del pueblo de Neguá, en la costa de Colombia, pudo subir al alto cielo.

A la vuelta, contó. Dijo que había contemplado, desde allá arriba, la vida humana. Y dijo que somos un mar de fueguitos.

—El mundo es eso —reveló—. Un montón de gente, un mar de fueguitos.


Cada persona brilla con luz propia entre todas las demás.

No hay dos fuegos iguales. Hay fuegos grandes y fuegos chicos y fuegos de todos los colores. Hay gente de fuego sereno, que ni se entera del viento, y gente de fuego loco, que llena el aire de chispas. Algunos fuegos, fuegos bobos, no alumbran ni queman; pero otros arden la vida con tantas ganas que no se puede mirarlos sin parpadear, y quien se acerca, se enciende.

Eduardo Galeano

9.05.2011

  Vamos de viaje, te invito
vamos al precinicio
en que las yemas de los dedos
dejan de hacer sonido
y sobrevientan
nuestro espacio secreto.
 
Nicole Lafourcade

6.26.2011

Todo sigue igual



Y de pronto, tus piernas no pesan lo mismo y el suelo no cambió, pero ya te cuesta más caminar. Y en los bares en donde vos eras el que saludabas ya no hay rostros conocidos.
La calle nos miente a cada instante.
Tus vecinos ya no están, tomarte una cerveza te apuñala y la resaca te despierta con vómitos corrosivos.
Ya no existen más los vinos baratos, ni las salidas “de cabeza”, ni siquiera las plazas que solían ser tan hospitalarias.
La infancia no fue gratis, ahora de grande lo comprendí. Todo el despilfarro, lo empezamos a pagar. Y salir a tomar aire, es realmente necesario.
¿Dónde quedaron los deseos y el “yo cuando sea grande...”?

Los trenes se mueven más lentos que de costumbre y el tiempo pasa monstruosamente rápido. La lluvia te da seguridad y te acompaña en soledad.
Nos elevamos sin saber que algún día comenzaríamos a caer. Allá se quedó el mar, aquella promesa de volver, cada día está más lejos.
Amigos, amigos eran los de antes, ahora, tan solo nos quedan un puñado de verdaderos amigos y “conocidos” nos sobran. No hay espacio mental para conocer nuevas personas. Vivimos encerrados en una decepción constante.
Nos quedan un par de estrellas fugaces, algún mes de enero, quizás dos o tres empujones, alguna mirada certera al corazón, y tal vez, tal vez nos quede un atajo hacia el amor.
Y sin embargo, alguien me espera con un cálido abrazo al caer la noche. Y sé que algún día todo desaparecerá.
Jamás vuelvan a decirme que todo sigue igual.

Cristian Sena

5.05.2011

Poesía


Viendo a la gente andar, ponerse el traje,
el sombrero, la piel y la sonrisa,
comer sobre los platos dulcemente,
afanarse, correr, sufrir, dolerse,
todo por un poquito de paz y de alegría,
viendo a la gente, digo, no hay derecho
a castigarle el hueso y la esperanza,
a ensuciarle los cantos, a oscurecerle el día,
viendo, sí,
cómo la gente llora en los rincones
más oscuros del alma y sin embargo
sabe reír y sabe andar derecho,
viendo a la gente, bueno, viéndola
tener hijos y esperar y siempre
creer que van a mejorar las cosas
y viéndola pelear por sus riñones,
digo gente,
qué hermoso andar contigo
a descubrir la fuente de lo nuevo,
a arrancar la felicidad,
a traer el futuro sobre el lomo, hablar
familiarmente con el tiempo y saber
que acabaremos y de una buena vez por ser dichosos,
qué hermoso, digo gente, qué misterio
vivir tan castigado
y cantar y reír,
¡qué asunto raro!

Juan Gelman